En esti iniciu de la mi segunda tanda de vacaciones, tocóme asistir el día un de septiembre a la boda de un primu en nuestra tierrina querida.
Brillaba el sol al mediodía, cuando el noviu en compañía de su madrina llegaba a la iglesia y recibía les felicitaciones de invitaos y conocios.
Nun se fizo esperar demasiado la novia, que llegaba puntual rompiendo la ya consabida norma de facése esperar, así como tampoco se produjo una tan temida escena como las protagonizadas por Julia Roberts en “Novia a la fuga”.
Y, por supuesto, la gaita y tambor asturiano comenzaron a sonar en honor de los novios, mientras la protagonista se deshacía en un mar de lágrimas.
Imagino la mezcla de emociones que débese producir en un momento tan importante en el corazón de unu.
Tras el preceptivo oficio religioso, salieron los novios por la puerta ya convertios en mariu y muyer, siendo recibidos por una lluvia de arroz y pétalos de rosa, mientras todos los asistentes buscábemos la mejor instantánea entre codazos y pisotones.
Después, el nuevo y joven matrimonio se deshizo en besos y abrazos entre ellos, para, luego, desaparecer dirección Xixón a inmortalizar tan preciadu día en el preceptivu reportaje fotográficu.
A partir de ahí, empezó una boda a la asturiana. ¿Y cómo ye una boda a la asturiana?
Pa’ empezar, todos los invitados cogimos camín del restaurante “Peña Mea”, situau en Posa’ de Llanera dispuestos a dar cuenta del banquete como fartones.
Comenzose por el aperitivu de bienvenia compuestu de agridulces de dátiles y bacón, surtiu de cucharilles, brochetes variaes, canapés salaos y croquetines caseres, to’ debajo de un hórreo y acompaño de pipes de sidra.
Luego entrémos en el salón donde ibase a servir el banquete, constando el menú de lo siguiente: Selección de mariscos del Cantábricos, Crema de Nécores, Mero al Peña Mea con atillo de gambes y setes silvestres, sorbete de limón, cabritu con palatinos y ensalada verde.
De postre una Mouse de turrón con helado de frambuesa y crujiente de almendres.
Y, por supuesto, to’ regao con vino, sidra, cava y el correspondiente cafetín con chupito de licor.
Pasaron los novios y los padrinos, repartiendo los recuerdos que, cada vez, que asisto a una boda son más originales.
Como ye costumbre comenzó el baile. Y mientres unos quemaben lo comio, otros daben buena cuenta de la barra libre.
A las veintidós horas y treinta minutos con puntualidad británica, empezóse a servir el lunch de despedida: embutios, fritos y pastelinos, pa’ coger fuerces y seguir la folixa to’ la noche hasta que el cuerpo reviente.
Lo más original es que la noche de bodas iban a pasála en el hórreo donde habíemos tomao el aperitivu. Tuve que deciyos a los novios que nun lu fueran a tirar abajo. Jeje.
Así que ya ves como ye una boda a la asturiana: fartáse a comer, jarana to’l tiempo y alcohol corriendo a to’ trapu. (Nota: Yo nun bebí más que unes copines de vino).
Nun quiero terminar sin facer mención a les últimes letres que acompañaben al menú: “Hay momentos en la vida que son importantes por sí solos, pero lo que realmente los hace especiales es compartirlos con tus seres queridos”.
Por si alguna vez te animes a venir por Asturies o quies pasar la primera noche de bodas en un sitiu original, déjote aquí la dirección del restaurante “Peña Mea”: http://www.penamea.com/
Por lo demás: “VIVAN LOS NOVIOS”
No hay comentarios:
Publicar un comentario