Aunque he estado conociendo las maravillas que ofrecen otros países, la verdad es que no hace falta cruzar las fronteras de la península ibérica para disfrutar de la belleza y misterio de una ciudad como Pamplona o Iruña (en euskera).
Son muchos los rincones que no debes dejar de perderte, pero si me permites, únete a mi ruta personalizada que toma como punto de partida disfrutar de un reconfortante desayuno en la terraza del “Café Iruña”, desde la que podrás deleitarte con la panorámica de la Plaza del Castillo. Esta cafetería conserva aún su estética del siglo XIX, que te hace viajar en el tiempo con las fotografías que adornan sus paredes.
Después nada mejor que recrearse visitando, por las calles de su Casco Viejo, lugares de interés como el Ayuntamiento, la Catedral de Santa María, las Murallas, la Iglesia de San Lorenzo y la de San Nicolás, haciendo alguna parada reglamentaria para todo turista en las tiendas que venden los recuerdos típicos. Lógicamente en este marco incomparable transcurre cada año uno de los acontecimientos que más ha difundido el nombre de Pamplona por todo el mundo: el Encierro de las Fiestas de San Fermín, al que posteriormente haré mención particular.
En sus proximidades, esperan sitios como el Paseo de Sarasate, la Cámara de Comptos o el Baluarte.
Si necesitas recargar el depósito para continuar la marcha, no dejes de pasar por la calle San Nicolás o Estafeta, decoradas con establecimientos hosteleros donde podrás degustar un buen vino acompañado de las más deliciosas tentaciones culinarias en forma de pinchos, cada cual más original. Eso sí, prepara la cartera porque Pamplona no se caracteriza por ser una ciudad barata, aunque permítete el lujo de acudir a “El Gaucho”, bar ganador durante varias ediciones del certamen anual de pinchos.
En caso de que hayas agotado el presupuesto con vinos y pinchos, te veo comiendo en el McDonald’s, porque, a pesar de que la oferta de menús es diversa, tampoco es apta para todos los bolsillos, pudiendo contar de nuevo con el “Café Iruña” para comer, ya que resulta económico y disponen de una buena cocina, pero tiene como contrapunto que, en ocasiones, no encuentras ni una mesa para sentarte al no hacer reservas.
Otra opción, si cuentas con vehículo propio, es desplazarte a alguna de las localidades próximas a Pamplona, no están a más de cinco minutos, donde existen numerosas sidrerías con platos muy atractivos, aunque en algunos casos un poquito perjudiciales para el bolsillo. Destacaría “Martintxo” y“La Cochera” en Cizur Menor y “Erreleku”en Cordovilla.
Tras el café y si no eres de siesta, te aconsejo un paseo por la Ciudadela, el Parque de la Taconera o Yamaguchi, con suficiente espacio verde para tumbarte a reposar. Por si te entran las ganas de una cerveza, en la zona de Yamaguchi cuentas con varias cervecerías, pero las de más renombre son “Gallipot” y “Orient Express”.
La hora de la cena tampoco es tarea sencilla si tienes un presupuesto ajustado, pero se pueden elegir sitios como “Entre tapas y vinos”, próximo al Paseo de Sarasate y al Baluarte, o “La Tabla Tomasa”, en el barrio de San Juan, aptos para los estómagos más exigentes.
Dependiendo de las fuerzas que aún queden, es el momento de conocer la noche que se distribuye en dos zonas específicas: Casco Viejo o Barrio de San Juan, concretamente, la Avenida de Bayona. Hay locales para todos los gustos, pero de más renombre tendríamos “Phantom”, “Vaivén”, “Marengo”, “Soho”, “Beer Station”, "Mibor", “Reverendos”.
Y, llegada las cuatro de la mañana, toca darle un respiro al cuerpo y retirarse a descansar para iniciar una nueva jornada peregrinando a alguna de las poblaciones más conocidas de la Comunidad: Tafalla, Olite, Tudela, Estella, etc.
Sin embargo, Pamplona destaca, entre otras cuestiones, por la transformación que sufre cada año con su fiesta más popular: los Sanfermines, que tienen su bandera de salida con el lanzamiento del "chupinazo" desde el balcón del ayuntamiento significa a las doce horas del día 6 de julio y su cierre se produce a las cero horas del día 14 de julio con el "Pobre de Mí", una canción de despedida.
Entre los días 7 al 14 de julio, tiene lugar una de las actividades más famosas de esta fiesta: el "Encierro". A las ocho horas, miles de personas armadas de valor se disponen a correr delante de los toros en un recorrido de 825 metros por calles adoquinadas con una duración de entre dos y tres minutos. Este recorrido se realiza a lo largo de las calles de la parte vieja de Pamplona. Se inicia en los corralillos de la cuesta de Santo Domingo para continuar hasta la Plaza del Ayuntamiento, girando a continuación por la calle Mercaderes que conduce a la calle Estafeta, para finalmente iniciar el tramo de Telefónica hasta el callejón que entra a la Plaza de Toros.
Durante esas fechas, las calles se viste de un colorido mosaico de pamploneses de toda la vida y cientos de turistas de todas partes del mundo y españoles con ganas de saborear las maravillas que el escritor Ernest Hemingway se encargó de difundir mediante su libro "Fiesta".
1 comentario:
Ya voy pa viejo y tengo aún esa cuenta pendiente. Ahora cuando lo veo por la tele ya veo tanta gente que casi ya ni me llama. Quizás se me haya pasado ese arroz, entre otras cosas porque lo del calimotxo ya no es lo mio.
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