No sé si será casualidad o capricho del destino, querido visitante, pero mi extensa filmoteca cuenta con una serie de tropiezos cinematográficos, bajo la denominación “Sorpresas”, que me han dejado una particular impronta: lo inesperado, sensación no siempre compartida con películas de gran renombre y mucha decepción.
Hace poco experimenté esa efecto con “Fingers, ataque terrorista” (2006), filme que recomiendo no te pierdas porque no va a defraudarte y, sobre todo, no va a dejar aburrirte en ningún momento, pero, si esperas escenas de guerra plagadas de tremendos efectos especiales, siento decir que se aleja de esa primera imagen que nos puede venir a la cabeza al ver su título.
Todo comienza cuando su protagonista, Martjin (Ryan Philippe), decide dejarse llevar por sus idealismos para integrarse en un programa alimenticio financiado por donativos particulares, por lo que se traslada a Marruecos donde tratará de realizar sus objetivos de ayuda.
Antes de emprender su viaje, Martjin nos descubre parte de su vida como su pasión por el piano y un amor incondicional por su novia, a través de hermosas escenas por distintos rincones de Holanda.
Con la mochila en ristre y el billete en la mano, Martjin, acompañado de su novia, se desplaza al aeropuerto desde el que emprenderá el vuelo hacia su nuevo destino, pero, antes de embarcar, descubre estupefacto el tipo de persona que le hará de guía en aquel país, que, por decirlo de algún modo, es un poco impresentable.
Una vez en Marruecos, su ilusión de colaborar con causas filantrópicas se verá completamente empañada al ser capturado junto a su guía por un grupo terrorista local, cuyo líder es encarnado por el siempre fascinante acto Lawrence Fishburne, quien cumple con su oscuro papel de una manera intachable.
A partir de ese momento, el cautiverio de Martjin y su guía nos emplazará a un enigmático almacén donde irán entrando en escena otros miembros del grupo terrorista, quienes no dudarán en emplear los métodos más espeluznantes para obtener la información que desean, si bien la duda se instalará en el espectador al ignorar la finalidad real de los datos que pudieran conseguir, mientras Martjin no cesará en ningún instante en su firme propósito de huir y retomar su antigua vida.
Lo que pasará entre las paredes de aquel almacén lo dejo para los amantes del suspense que quieran deleitarse con los descubrimientos que vayan haciendo a medida que transcurre la película.
Hace poco experimenté esa efecto con “Fingers, ataque terrorista” (2006), filme que recomiendo no te pierdas porque no va a defraudarte y, sobre todo, no va a dejar aburrirte en ningún momento, pero, si esperas escenas de guerra plagadas de tremendos efectos especiales, siento decir que se aleja de esa primera imagen que nos puede venir a la cabeza al ver su título.
Todo comienza cuando su protagonista, Martjin (Ryan Philippe), decide dejarse llevar por sus idealismos para integrarse en un programa alimenticio financiado por donativos particulares, por lo que se traslada a Marruecos donde tratará de realizar sus objetivos de ayuda.
Antes de emprender su viaje, Martjin nos descubre parte de su vida como su pasión por el piano y un amor incondicional por su novia, a través de hermosas escenas por distintos rincones de Holanda.
Con la mochila en ristre y el billete en la mano, Martjin, acompañado de su novia, se desplaza al aeropuerto desde el que emprenderá el vuelo hacia su nuevo destino, pero, antes de embarcar, descubre estupefacto el tipo de persona que le hará de guía en aquel país, que, por decirlo de algún modo, es un poco impresentable.
Una vez en Marruecos, su ilusión de colaborar con causas filantrópicas se verá completamente empañada al ser capturado junto a su guía por un grupo terrorista local, cuyo líder es encarnado por el siempre fascinante acto Lawrence Fishburne, quien cumple con su oscuro papel de una manera intachable.
A partir de ese momento, el cautiverio de Martjin y su guía nos emplazará a un enigmático almacén donde irán entrando en escena otros miembros del grupo terrorista, quienes no dudarán en emplear los métodos más espeluznantes para obtener la información que desean, si bien la duda se instalará en el espectador al ignorar la finalidad real de los datos que pudieran conseguir, mientras Martjin no cesará en ningún instante en su firme propósito de huir y retomar su antigua vida.
Lo que pasará entre las paredes de aquel almacén lo dejo para los amantes del suspense que quieran deleitarse con los descubrimientos que vayan haciendo a medida que transcurre la película.
2 comentarios:
Hola Alex, como me gusta Lawrence Fishburne... si puedo la pillaré.
Besos,
Inmaculada: Te encantará la película, sino es así haré doble ración de kilómetros como castigo...
Un beso y saludos
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