lunes, 29 de septiembre de 2008

Domingo con sabor a Reconquista

Estimado Fernando Alonso:

En primer lugar, agradecerle el espectáculo ofrecido en el Gran Premio de Singapur y felicitarle por su maravilloso triunfo.

A pesar de ser objetivo de las críticas periodísticas más duras, usted ha demostrado estar un peldaño por encima de todo ello, manteniendo, contra viento y marea, su confianza en el equipo para el que corre y, sobre todo, su capacidad infinita de trabajo por llevarles a lo más alto del cajón.

Durante este fin de semana, hemos visto como su sombra se transformaba en esa luz que nunca ha dejado de brillar en el firmamento de la Fórmula Uno, porque, al fin y al cabo, no vamos a negar que su nombre pasará a la historia con grandes letras.

Sus mágicas manos han viajado en direcciones opuestas desde la desesperación hasta la euforia, desde la "derrota" hasta la victoria final.

Como buen amante del fútbol, usted ha demostrado que, hasta el último pitido (banderazo), no hay que bajar los brazos y estar preparado para un rápido contraataque que permita marcar el gol del triunfo en la meta rival.

Su épica victoria en Singapur casi es comparable con la Reconquista de nuestro gran Pelayo, quien, como usted, desplegó su arma más valiosa, la inteligencia, para vencer a tropas mejor equipadas.

Gracias por seguir siendo el mismo.


miércoles, 24 de septiembre de 2008

Jugando a las "cocinitas": BERENJENAS RELLENAS DE CARNE

Tras más de tres décadas de arduo aprendizaje en los más importantes centros formativos del mundo, incluyendo masters de post-grado y especialización en Yale, Oxford y Cambridge, esta "Piltrafilla" se ha armado del suficiente valor para ponerse "manos a la masa".


Los preparativos iniciales c
omenzaron varias semanas antes, incluyendo sesiones intensivas de mentalización y ejercicios específicos de destreza. Todo ello bien enfocado a estar en óptimas condiciones para la hora "H" del día "D" y no dejarse llevar por nervios que pudiesen jugar una mala pasada o causar una catástrofe doméstica.

Por supuesto, el atrezo constituía una pieza fundamental, por lo que hube de pertrecharme de un buen "traje ignífugo" en la estación de bomberos más cercana. Del mismo modo y para que no hubiese ningún detalle al azar, mi comunidad
de vecinos sufrió la "sospechosa" desaparición de los extintores.

Sin embargo, una furtiva visita al supermercado, me permitió hacerles una invitación, previo pago,
a los protagonistas de la historia:

- 2 berenjenas.
- 300 gramos de carne picada
- 2 huevos.
- Pan rallado, perejil, orégano, tomillo, canela, ajo, queso rallado, sal y aceite.

Los pasos entre tímidos y forzados que di son los siguientes:


Cortar las berenjenas por la mitad y, a continuación, hacer cortes a la carne, con sumo cuidado y el botiquín de primeros auxilios al cinturón.

Mirar bien la etiqueta de la botellita para no confundirla con la del coche y echar un chorrito de aceite sobre las berenjenas.

Introducir una bandeja con las berenjenas
en el microondas a máxima potencia durante 5 a 8 minutos.

Comprobar, siempre con las manos bien protegidas, que la carne de las berenjenas está hecha.

Con la ayuda de una cuchara de postre, sacar la carne de las berenjenas. Eso sí, en mi caso, con múltiples "coitus interruptus" por la temperatura de éstas.

Averiguar y reconocer un bol, tras sentarme en la cocina con un diccionario para desentrañar el significado de los diferentes recipientes que pueden llegar a crecer en los armarios de la misma.

Realizar, con todo el tacto posible, la mezcla mágica:
la carne picada, los dos huevos batidos, una cucharada de postre de pan rallado, perejil picado, una "chispitina" de óregano y otra de tomillo, ajo picado muy fino, una "chispitina" de canela y la carne de las berenjenas, no fuese aquello a resultar un "cóctel-molotov".

Rellenar con la masa de un color parecido al personaje de Hulk cada berenjena.

Parada obligatoria en "boxes": introducir las berenjenas rellenas en el horno durante 15 minutos a 180º.

10º Retoque de "chapa y pintura": espolvorear el queso rallado por encima de las berenjenas y dejar gratinar, siempre ojo avizor de que aquello no se tornase negro.

El resultado ha sido la elaboración de una exquisitez digna de ser recompensada con más de una estrella Michelín, cuya degustación tuvo lugar en el día de ayer, contando con la inestimable y "obligada" presencia del más selecto paladar: el de mi "otro lado de la cama".

P.D: Agradecimiento al Servicio 112 por el dispositivo especial desplegado tanto en el interior como exterior de mi domicilio.


jueves, 18 de septiembre de 2008

El comienzo de un nuevo curso

Un aula nueva, el reencuentro con los compañeros, aventuras por descubrir y, sobre todo, sentirse cada vez un poco más mayor es lo que suelen significar estas fechas para los más jóvenes de la casa. ¡¡¡Ojalá yo también pudiera volver al colegio!!!

Cuando acudíamos al centro escolar, recuerdo las tremendas prisas que todos sentíamos por convertirnos en personas adultas para poder desembarazarnos del tedio so círculo de los exámenes, los deberes y las clases. Aún recuerdo la lentitud con que esos días pasaban.

Sin embargo, ahora, muchos desearíamos regresar a aquella época: reconfortantes desayunos de la mano de mamá, los viejos amigos, tiempo de recreo, bocadillos de nocilla, súpervacaciones (jeje), zapatillas deportivas a estrenar, etc.

Una vez inmersos en nuestras vidas profesionales, comprobamos que el tiempo corre que se las pela, mientras las obligaciones se incrementan al ritmo del I.P.C, casi como los "michelines".

Durante muchos años hemos peleado por una libertad que creemos alcanzar con un puesto de trabajo, utopía que se desvanece ante el ritmo frenético que nos toca vivir.

A pesar de haber acabado el colegio hace mucho tiempo, mis planteamientos vitales siguen marcados por el comienzo de cada nuevo curso. Extrañamente, cada septiembre supone inaugurar un nuevo año profesional, cuya conclusión nos hace esperar hasta los albores de julio.

Con los primeros colores del otoño, me enfrento a nuevos retos, propósitos y sueños, luchando fieramente por obtener la mejor nota final: la satisfacción del trabajo bien hecho.

Espero cada nuevo curso con la misma ilusión de la infancia, con el serio compromiso de "portarme bien", con la aspiración de "no dejar de aprender", con la alegría de la "excelente calificación" y con la inquietud de "conocer nuevos compañeros".

Al fin y al cabo, nunca hemos dejado nuestro alma de niño, un alma que nos permite disfrutar de una vitalidad suficiente con la que explorar los "límites" de nuestras capacidades.

Sin más dilación, doy por inaugurado un nuevo curso con cambio de "look". Espero que os guste.





lunes, 1 de septiembre de 2008

"El arte de la observación"

Araudi llevaba ya varios años leyendo los mejores libros y escuchando a los grandes oradores, pero consideraba que tanto estudio no le había abierto la mente suficientemente, por eso un día decidió pedirle consejo a un famoso maestro:

- Guruji, por favor, te ruego que me impartas una instrucción para aproximarme a la verdad. Tal vez tú dispongas de alguna enseñanza secreta.

Después de mirarle con curiosidad unos instantes, el maestro declaró:

- El gran secreto está en la observación. Nada escapa a una mente observadora y perceptiva. Ella misma se convierte en la enseñanza.

- Y entonces, ¿qué me aconsejas hacer?

- Tú observa - dijo el gurú -. Siéntate en la playa bien pegado a la orilla del mar, y observa cómo el sol se refleja en sus aguas. Deberás permanecer observando tanto tiempo como te sea necesario, tanto tiempo como te exija la apertura de tu compresión.

Durante días, el obediente discípulo se mantuvo en completa observación, sentado a la orilla del mar. Comía y dormía allí mismo para no perder ninguna posible revelación.

Observó el sol reflejándose sobre las aguas del océano, unas veces tranquilas, otras encrespadas.

Observó las leves ondulaciones de sus aguas cuando la mar estaba en calma y las olas gigantescas cuando llegaba la tempestad. Observó y observó, atento y ecuánime, meditativo y alerta. Y así, paulatinamente, se fue desarrollando su comprensión.

Su mente comenzó a modificarse y su conciencia a hallar otro modo mucho más rico de percibir.

Cuando el agradecido discípulo regresó junto al maestro, éste le preguntó:

-¿Has comprendido a través de la observación?

- - repuso satisfecho el discípulo -. Llevaba años efectuando los ritos, asistiendo a las ceremonias más sagradas, leyendo las escrituras, pero no había comprendido. Unos días de observación me han hecho comprender. El sol es nuestro interior, siempre brillante, autoluminoso, inafectado. Las aguas no lo mojan y las olas no lo alcanzan; es ajeno a la calma y la tempestad aparentes. Siempre permanece, inalterable, en sí mismo.

- Ésa es una enseñanza sublime- declaró el gurú-, la enseñanza que se desprende del arte de la observación.


Anónimo hindú.
 

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