Un año más... las calles de Pamplona se vuelven a teñir de esa maravillosa marea blanca y roja tan representativa de la ciudad durante nueve días.
El incesante goteo de ciudadanos procedentes desde diversos puntos del globo terráqueo transforman la tranquilidad reinante en una continua algarabía sin descanso. Muchos de ellos llegan atraídos por los toros, verdaderos reyes de la fiesta, y por el alcohol, testigo que parece ser recogido de unos a otros como si se tratase del deporte popular.
Sin embargo, el sabor auténtico de las Fiestas de San Fermín se aleja del "calimotxo". Parte de su esencia reside en la famosa Comparsa de Gigantes y Cabezudos, entrañables figuras de cartón que desfilan bailando por la calle durante los Sanfermines y se unen el día 7 de julio a la "Procesión de San Fermín".
Los Gigantes representan los cuatro continentes, puesto que, en el momento de su aparición sobre el siglo XVI, sólo se conocía América, Asia, África y Europa. Se trata de cuatro parejas de rey y reina, cuyo peso oscila entre los 59 y los 67 kilogramos, con una altura de casi cuatro metros, cuyo portador debe saber moverlos perfectamente al ritmo de la música de gaita navarra y tambor, y haciendo grupo con el resto de Gigantes a los que apenas se ve.
Estas cuatro parejas son una representación de razas humanas: blanca, amarilla, moro-negra e indo-americana.
A su alrededor, los seis "kilikis" hacen sus travesuras, junto a los Cabezudos y los seis "Zaldikos" (caballitos), persiguiendo tanto a grandes como pequeños, que intentan esquivar o aguantar los levísimos golpes de las bergas que portan, lo que va dejando a su paso una sombra de risas y lágrimas.
Por su aspecto, los nombres de los "Kilikis" son: Caravinagre, Napoléon, Verrugón, Barbas, Patata y Coleta; a los que les acompañan los cinco Cabezudos más solemnes: El alcalde, el concejal, la abuela, el japonés y la japonesa".
Cerca de éstos, los Gigantes majestuosamente marcan la pauta de la comitiva con la música de los" txistularis" y gaiteros que les acompañan.
Su actuación, todos a una, a través de las estrechas calles del Casco Antiguo dan uno de los más impresionantes momentos de Pamplona, con innumerables muestras de cariño de los niños y ya no tan niños.
Cada 7 de julio, tras esta comparsa, la corporación municipal recoge al cabildo eclesiástico para dirigirse a la Capilla de San Fermín, donde tras celebrar una misa solemne, recogen al Santo y lo acompañan por el Casco Viejo para realizar la "Procesión de San Fermín", mientras una multitud se agolpa en balcones, terrazas y calles, donde lo aclaman a su paso y le dedican más de una jota sentida.
Vivir estos momentos tan entrañables hacen de Sanfermines una celebración festiva especial, más por cuanto familias, amigos, conocidos y no tan conocidos confraternizan entre una buena copita de vino y un excelente surtido de productos gastronómicos de la tierra a la espera del regreso del Santo a su hogar.
Sin más ánimo a disfrutar de esta magia.
¡Viva San Fermín!
San Fermín 2008 |
1 comentario:
Es otra cara de los sanfermines menos conocida, pero no por ello menos interesante.
Me ha gustado conocer los nombres de los gigantes y cabezudos de Pamplona que tantas veces he visto desde que era pequeña.
Un saludo desde la dehesa extremeña.
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