domingo, 25 de noviembre de 2007

DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Día sí, día también desgraciadamente, las agresiones o asesinatos de mujeres copan los titulares de los informativos o las primeras páginas de cualquier periódico hasta el punto de que ya hemos dejado de sorprendernos por estos trágicos sucesos dada la cotidianeidad con la que se producen.

Por eso, hoy, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género, que fue declarado como tal, en el primer encuentro feminista de Latinoamérica, celebrado en Bogotá en julio de 1981. Dicho encuentro sirvió como denuncia de la violencia de género en todos los ámbitos de la sociedad, los malos tratos y los asesinatos en el hogar, las violaciones, el caso sexual, y la violencia en general hacia las mujeres, incluida la tortura y abusos sufridos por prisioneras políticas.

La elección de este día no es casual, sino que debe su origen en el afán de no olvidar el asesinato de las hermanas Mirabal (Minerva, Patria y María Teresa), tres activistas asesinadas en 1960 a manos de la policía secreta del dictador Trujillo, en la República Dominicana. En 1999, la ONU dio carácter oficial a esta fecha.

Es tal el impacto de este fenómeno que no deja de tratarse de una situación dolorosa que afecta a millones de seres humanos a lo largo de todo el globo terráqueo, llegando a ser definida por la ONU como el crimen encubierto más frecuente del mundo, lo que constituye un grave problema social.

No obstante, puede parecer como si hace unos años no existieran los malos tratos, pero no es verdad: existían tanto o más que ahora, lo que sucede es que el número de denuncias, así como su repercusión mediática era menor. En la actualidad, la existencia de una gran conciencia en todos los ámbitos sociales ha provocado que deje de ser un delito invisible, llevando a un rechazo colectivo y una evidente alarma social.

En la realidad española, las agresiones sobre las mujeres tienen una especial incidencia, por lo que la violencia de género ya no es problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad, por lo que, para atajar dicha problemática, se han creado diversas herramientas legales entre las que hay que destacar la actual la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección contra la Violencia de Género, en cuya Exposición de Motivos incluye la siguiente definición sobre este tipo de violencia:

“… Se trata de la violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y decisión…”

Es triste comprobar que, en pleno siglo XXI, sigue existiendo una relación desigual entre hombres y mujeres, a pesar de que, en el artículo 14 de nuestra Constitución, se consagra el concepto de igualdad jurídica entre hombres y mujeres.

Si bien, los estudios de la ONU, demuestran que, entre los adultos, el 95% de las víctimas son mujeres, suponiendo este tipo de violencia una destrucción de su dignidad, individualidad y autoestima, no hay que dejar de luchar, en ningún instante, contra esa espiral violenta, sino también hay que alzar la voz contra cualquier tipo de violencia en general, donde personas, como tú o yo, podemos ser víctimas, independientemente del sexo, edad, herencia étnica, preferencial sexual o nivel socioeconómico.

Nuestros esfuerzos han de dirigirse a un objetivo común: erradicar cualquier forma de violencia en el seno de la sociedad. Debemos hacer comprender a todas las personas que ninguna somos merecedora de sufrir una agresión física, psicológica o sexual, porque, ante todo y como proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo primero, los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Por tanto, se debe aborrecer la violencia que se ejerce tanto contra las mujeres, como contra los hombres. No se debe consentir ninguna actitud violenta y, ante ellas, no cerrar los ojos, ni mirar a otro lado, pues todas esas historias tan cotidianas, que llenan la crónica de sucesos del mundo, son historias demasiado cercanas y no forman parte del próximo éxito cinematográfico. Son historias protagonizadas por los vecinos del quinto, los niños del colegio de tus hijos, los compañeros de trabajo o aquellos dos extraños del parque que agitan desaforadamente los brazos entre frases descalificantes.


2 comentarios:

Miguel Schweiz dijo...

Es que la violencia... tiene tantas bases que incluso se alimenta en personalidades frágiles. Por eso no se ha podido erradicar nunca y creo que forma parte de la naturaleza en general. Me gusta tanto tu escrito, una manera de buscar el equilibrio tratando de pacificar lo innato.
Besos

Moony-A media luz dijo...

Lo malo de los violentos es que se creen lo que hacen y lo malo de las víctimas, es que también se creen lo que reciben.
Mientras no haya una educación paritaria entre todo el mundo, seguirá habiendo violencia.
El ser humano lo es por naturaleza. No olvidemos que somos depredadores.
Los más dañinos de la escala animal.

Un saludo.

 

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