Por fin. Voy a destapar el tarro de una de mis obsesiones: las zapatillas deportivas. La verdad es, querido visitante, que ya tenía ganas de presentarte formalmente las “joyas” de mi pies: Nike Free 5.0; Adidas Response Cushion 16th edition; y Nike Pegasus TC (de izquierda a derecha).
A pesar de ver tu ceño fruncido en señal de que sólo las tengo para exposición, he de negártelo. Lo siento, no padezco ninguna variante de síndrome de Diógenes por la que me de por acumular zapatillas. Todo lo contrario. Si bien siempre me ha gustado practicar deporte (baloncesto, fútbol, tenis, etc.), no ha sido hasta la actualidad, cuando quemando minutos sobre el asfalto, he “zapateado” por senderos donde encontrar muchas respuestas a la época que vivo, además de crearme una adicción al “running”.
Algo de barro acumulan ya las Nike Pegasus TC, pues llevan tiempo acompañándome por esos senderos, y ciertamente es un lujo llevarlas puestas porque su amortiguación es magnífica para mis desastrosas articulaciones y, sobre todo, un respiro a los gemelos que tantos quebraderos de cabeza me dan, en especial, por esa manía tan odioso que han adquirido de sobrecargarse en el mejor momento de una buena sesión de carrera. En fin, los “mortales” debemos ser conscientes de nuestros límites, sino el cuerpo ya se encarga de recordárnoslo.
Me gusta correr, sí, no lo niego, pero cuando repartieron la bolsa de aptitudes óptimas para ello, debí perder el vale.
Por desgracia, formo parte de esa gran mayoría que nos toca sufrir en cada zancada, en cada inspiración, en cada metro, en cada segundo, aunque luego se nos dibuje una media sonrisa al parar el cronómetro. Además hay que sumar la anarquía que sigo en su práctica, pues no soy capaz de ser fiel a ningún plan, aunque lo intento, pero siempre acaba fallando lo mismo, es decir, yo.
Bueno, creo que éste es el momento apropiado para correr un tupido velo y centrarme en las verdaderas estrellas de hoy. Allá hasta donde mi memoria llega, veo pasar imágenes de marcas y modelos diversos, a los que les di todo tipo de usos en mil variopintos deportes: lo mismo me servían para jugar un partido de baloncesto como para una salida a la montaña. No fue hasta hace poco tiempo que comprendí que si las marcas lanzan un tipo de zapatilla determinado para cada deporte, es por algo, al margen de las ventas. De tal forma que las mismas señas de identidad no son válidas para un modelo de “running” que para uno de “trekking”.
Una vez desperté a la pasión provocada por este deporte, me lancé a “perder mi virginidad” con un desconocido de nombre Asics, de azulados ojos y tremendo “musculamen” de sujeción y amortiguación, que ha dejado una huella imborrable en mi memoria. Desde aquel momento, ese simple escarceo se convirtió en tímidas salidas iniciales bajo la batuta de Asics que tan buenas sensaciones me hacía sentir. No sé cuántos lugares hemos recorrido sin importar la hora, ni el tiempo, e incluso alguna molestia física, pero su buen hacer hicieron que me haya enganchado a este deporte.
Y como todo en esta vida va en evolución, esa historia fue tomando tintes más serios, aunque con ciertos altibajos, que me obligó a “ponerme las pilas” y realizar un estudio detallado de la oferta existente en el mercado, pues siempre podría encontrar una mejoría de prestaciones. Así, finalmente, me cité silenciosamente con un viejo llamado Nike, de canoso pelo y mejillas sonrosadas, que llevaba el cartelito de “Free 5.0”. Incomparables los placeres vividos a su lado, pero tampoco hubo un final feliz. En el mejor momento, decidió que había llegado el momento de jubilarse y descansar.
Por suerte, había más Nike Free 5.0 por el mundo y opté por probar una excentricidad pelirroja, a la que he de reconocer relegué a un segundo plano hasta iniciar un idilio sin quejas con otro Nike, aquel que llevaba tiempo buscando y aunque deseaba que fuera de tez morena, me he tenido que conformar con su blanquecina piel y dorados cabellos (Pegasus TC). Son muchos los días que salimos, día o noche, sol o lluvia, asfalto o hierba, a conocernos, a “madurar” los objetivos finales y la verdad es que es una gozada tener esta joya en mis pies.
Como dice Forrest Gump: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar”. Pues también me ha “picado” la curiosidad de entablar amistad con otro vecino llamado Adidas, de aspecto pulcro y distinguido, (Response Cushion 16th edition), aunque su apariencia tímida hace que todo vaya más lento Por el momento, he decidido no “incordiarle” demasiado, ya que nunca se sabe cuándo necesitaré que me “preste sal”.
A mis pies, no les faltan pretendientes, aunque espero encontrar el definitivo. Mientras tanto, continúo también buscando mi forma. ¿Lo lograré? (Se admiten apuestas).
A pesar de ver tu ceño fruncido en señal de que sólo las tengo para exposición, he de negártelo. Lo siento, no padezco ninguna variante de síndrome de Diógenes por la que me de por acumular zapatillas. Todo lo contrario. Si bien siempre me ha gustado practicar deporte (baloncesto, fútbol, tenis, etc.), no ha sido hasta la actualidad, cuando quemando minutos sobre el asfalto, he “zapateado” por senderos donde encontrar muchas respuestas a la época que vivo, además de crearme una adicción al “running”.
Algo de barro acumulan ya las Nike Pegasus TC, pues llevan tiempo acompañándome por esos senderos, y ciertamente es un lujo llevarlas puestas porque su amortiguación es magnífica para mis desastrosas articulaciones y, sobre todo, un respiro a los gemelos que tantos quebraderos de cabeza me dan, en especial, por esa manía tan odioso que han adquirido de sobrecargarse en el mejor momento de una buena sesión de carrera. En fin, los “mortales” debemos ser conscientes de nuestros límites, sino el cuerpo ya se encarga de recordárnoslo.
Me gusta correr, sí, no lo niego, pero cuando repartieron la bolsa de aptitudes óptimas para ello, debí perder el vale.
Por desgracia, formo parte de esa gran mayoría que nos toca sufrir en cada zancada, en cada inspiración, en cada metro, en cada segundo, aunque luego se nos dibuje una media sonrisa al parar el cronómetro. Además hay que sumar la anarquía que sigo en su práctica, pues no soy capaz de ser fiel a ningún plan, aunque lo intento, pero siempre acaba fallando lo mismo, es decir, yo.
Bueno, creo que éste es el momento apropiado para correr un tupido velo y centrarme en las verdaderas estrellas de hoy. Allá hasta donde mi memoria llega, veo pasar imágenes de marcas y modelos diversos, a los que les di todo tipo de usos en mil variopintos deportes: lo mismo me servían para jugar un partido de baloncesto como para una salida a la montaña. No fue hasta hace poco tiempo que comprendí que si las marcas lanzan un tipo de zapatilla determinado para cada deporte, es por algo, al margen de las ventas. De tal forma que las mismas señas de identidad no son válidas para un modelo de “running” que para uno de “trekking”.
Una vez desperté a la pasión provocada por este deporte, me lancé a “perder mi virginidad” con un desconocido de nombre Asics, de azulados ojos y tremendo “musculamen” de sujeción y amortiguación, que ha dejado una huella imborrable en mi memoria. Desde aquel momento, ese simple escarceo se convirtió en tímidas salidas iniciales bajo la batuta de Asics que tan buenas sensaciones me hacía sentir. No sé cuántos lugares hemos recorrido sin importar la hora, ni el tiempo, e incluso alguna molestia física, pero su buen hacer hicieron que me haya enganchado a este deporte.
Y como todo en esta vida va en evolución, esa historia fue tomando tintes más serios, aunque con ciertos altibajos, que me obligó a “ponerme las pilas” y realizar un estudio detallado de la oferta existente en el mercado, pues siempre podría encontrar una mejoría de prestaciones. Así, finalmente, me cité silenciosamente con un viejo llamado Nike, de canoso pelo y mejillas sonrosadas, que llevaba el cartelito de “Free 5.0”. Incomparables los placeres vividos a su lado, pero tampoco hubo un final feliz. En el mejor momento, decidió que había llegado el momento de jubilarse y descansar.
Por suerte, había más Nike Free 5.0 por el mundo y opté por probar una excentricidad pelirroja, a la que he de reconocer relegué a un segundo plano hasta iniciar un idilio sin quejas con otro Nike, aquel que llevaba tiempo buscando y aunque deseaba que fuera de tez morena, me he tenido que conformar con su blanquecina piel y dorados cabellos (Pegasus TC). Son muchos los días que salimos, día o noche, sol o lluvia, asfalto o hierba, a conocernos, a “madurar” los objetivos finales y la verdad es que es una gozada tener esta joya en mis pies.
Como dice Forrest Gump: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar”. Pues también me ha “picado” la curiosidad de entablar amistad con otro vecino llamado Adidas, de aspecto pulcro y distinguido, (Response Cushion 16th edition), aunque su apariencia tímida hace que todo vaya más lento Por el momento, he decidido no “incordiarle” demasiado, ya que nunca se sabe cuándo necesitaré que me “preste sal”.
A mis pies, no les faltan pretendientes, aunque espero encontrar el definitivo. Mientras tanto, continúo también buscando mi forma. ¿Lo lograré? (Se admiten apuestas).